Como se ha visto en los anteriores artículos sobre la música en nube, la verdadera tecnología que mueve todo el sistema está más allá del interfaz gráfico que podemos ver. Es donde ocurre todo el trabajo pesado y donde existe realmente la nube. Mientras que dos nubes de este tipo no son idénticas, comparten algunas similitudes. Cada una de ellas comparte cientos o incluso miles de servidores. Algunos servidores ejecutan comandos – por ejemplo haciendo coincidir las peticiones de los usuarios con el archivo correcto.
Otros servidores actúan en modo de almacenamiento. Dependiendo de la naturaleza del servicio, puede haber múltiples servidores con espacio reservado para cada usuario. Servicios como el que ofrece Google, almacena archivos en diferentes máquinas para ofrecer redundancia. De esta manera, si solo una máquina tiene un desastre, los datos seguirán seguros en las otras máquinas. Un servidor maestro hace un seguimiento de donde está todo y gestiona por donde va el tráfico.
El primer paso para usar cualquier servicio de nube musical es decidir qué funciones son más importantes para ti. ¿Quieres un sitio para almacenar la música existente que tienes en la librería para poder acceder a ella por Internet? ¿Quieres escuchar música en modo “streaming” o quieres almacenar la música en un reproductor MP3? ¿Quieres tener un control absoluto sobre las listas de reproducción o prefieres usar un servicio que te permita descubrir nueva música? No hay que dar solo una respuesta. Muchos de estos sistemas tienen una versión gratuita.
Los servicios gratuitos suelen tener menos espacio de almacenamiento que los de pago, o suelen insertar asunciones entre un cierto número de canciones, que es lo que pasa por ejemplo con Spotify. Si no te molestan estas limitaciones, se pueden probar varios servicios para ver cual se ajusta más a lo que queremos. Suele suceder que al final nos queremos con uno de los servicios sobre los otros, y sea el que habitualmente utilicemos.
Una vez que has decidido el servicio o servicios que quieres, es momento de crearse un perfil. Prácticamente todos estos servicios requieren crear un perfil, con su correspondiente dirección de email y algunos datos más.
Si estás accediendo un servicio basado en páginas Web (Pandora), tendrás que acceder al sitio Web adecuado. Si quieres usar un servicio con basado en un cliente instalado en el ordenador (servicio de Google), tendrás que dar otro paso. Este paso es subir tu música al servicio, lo cual es fácil mediante los interfaces de estos programas, los cuales permiten añadir música por medio de la cuenta que hemos creado. Hay que tener en cuenta que subir cientos o miles de archivos de música puede llevar horas, o incluso más si nuestra conexión es lenta.
La compañía Apple hizo algo diferente con su servicio de iCloud. Al enlazar este servicio con la librería de iTunes, se activa Apple para añadir cualquier canción comprada por medio de iTunes a la cuenta que tenemos. ¿Qué ocurre si compramos canciones por medio de otras fuentes o grabamos uno de nuestros CDs?
Entonces podemos usar iCloud para hacer coincidir los títulos en tu librería con canciones en tu cuenta de iCloud. Esta opción no está disponible en la versión gratuita del programa, por lo que hay que registrarse en la de pago para obtener esta función, entre otras.
Lo cierto es que con tantas opciones que hay disponibles, es difícil decir cual es la mejor o la que mejor nos conviene. Puede que te entusiasme un tipo ser servicio mientras que odies otro. Y puede pasar al contrario con otras personas. Al final, las buenas noticias son que con todos estos diferentes métodos para usar música en la nube, está garantizado que siempre habrá algo que te guste.